Caperucita Roja era una niña que vivía con su
mamá y tenía una abuelita que vivía al otro lado del bosque y que se había
puesto enferma. La mamá le pidió llevar a la abuela un cesto con pasteles y
frutas. Y le recomendó que no converse con extraños.
A mitad del trayecto se le apareció un lobo
que le preguntó a dónde iba y qué llevaba. Caperucita le contó de su misión y
el lobo le propuso una carrera para ver quién llegaba primero. Como había dos
caminos, el lobo le dio a Caperucita el más largo. El lobo llegó primero a la
casa de la abuelita y fingió la voz de Caperucita. Cuando la viejita le dejó
ingresar el lobo la devoró de un solo bocado. Entonces se metió a la cama
poniéndose el gorro y los lentes de la anciana.
Cuando Caperucita llegó la casa y se acercó a
la cama creyendo que estaba su abuelita. Pero al notarla cambiada le dijo
“¡Abuelita qué ojos tan grandes tienes!” y el lobo respondió “son para verte
mejor”. Entonces Caperucita le dijo ¡Qué orejas tan grandes tienes! y el animal
respondió “son para oírte mejor” Finalmente la niña preguntó ¡Qué dientes tan
grandes tienes! y el lobo le dijo “¡Son para comerte mejor!”.
En ese el lobo intentó coger a la niña pero
ésta lanzó un grito que llegó a oídos de un leñador que pasaba cerca. El
leñador le dio un palazo al lobo y le abrió la panza de un hachazo. La abuelita
salió con vida milagrosamente y abrazó a su nieta. Caperucita le pidió perdón
por haberse dejado engañar por el lobo. Después le prometió a su mamá nunca más
desobedecerla.
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